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viernes, 6 de julio de 2018

Trabajador golondrina

acrílico sobre lienzo
109x100 cm
año 2018

Cuando mi circulo circundante me decían que tenia que rodearme de los pintores locales, así, de este modo tener oportunidades.
Empecé armando este blog y un Facebook; agregaba todos los que de una u otra manera se dedicaban a la pintura. De apoco me encontré con artistas muy buenos en la técnica, pero vacío de contenido. Otros repitiendo tendencias ya agotadas -Lo novedoso para mi juicio estaba en la disciplina de las escultura-.
El arte oficial de mi ciudad, está compuesto por egresados de la universidad de arte de la Uncuyo y, estudiantes y, uno que otro independiente. Giran entorno de las salas de exposición gubernamental y casas museos que son de los mismo artistas.
Por ende, sus visitantes son siempre los mismos, y no dan lugar para que entre -porque vos los ve, y son todos unos genios superdotados- alguien nuevo, fuera de su ambiente. Van cambiando de inmueble, pero siguen siendo los mismos, y repiten como loros, sus eslogan… -tiene que pintar, para el 5% del público que consume obra de arte; -tiene que dar clases de pintura, para solventarte; -tiene que participar de los salones provinciales y nacionales para abrir puertas y legitimarte.
Esto lo escribo para aquel que recién comienza, y quiera hacer este camino que es un circulo cerrado que te llevara a la frustración. Porque los que se benefician de esta cultura estéril, son siempre los mismo, un puñado de seudo-artistas que se venden al mejor postor. 
No obstante, he logrado sobrevivir estos diez años, gracias a mi puesto de pintura que tengo en el centro de mi ciudad. Y a una ambición desmedida de lograr que cada individuo trabajador tenga una obra mía (esto va en contraposición, de los que me decían que no debía vender mis pinturas tan accesible), y una necesidad de expresarme atreves de la pintura, que no necesita sponsor para que se lleve acabo.
En conclusión, le puedo contestar a mi circulo circundante, que los aprendices de brujos que juegan con imprudencia o con exceso de simpleza con las fórmulas mágicas destinadas a aumentar la grandeza de los grandes hombres y que hacen perder la cabeza a los ambiciosos vulgares -porque cuando hay algo que decir, no hay obstáculo que puedan detener su voluntad creadora—, atrapado como un pánfilo en la Rioja con el “Salón Vendimia”.
Como decía el Zaratustra de Nietzsche: 
“Sólo cuando me hayas negado me encontraras”.

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